Pepitas de Oro y sus puntos de venta

Hace unos días conocimos a Ángela. Una cordobesa majísima con una gran sonrisa y ese ímpetu de emprendedora que tanto nos gusta.

Íbamos con prisa caminando por la calle cuando una tienda nos llamó la atención, no sé si fueron las macetitas que tiene en la puerta o lo monísimo que es su escaparate. Pero en ese momento pensé en voz alta y dije, mira qué tienda tan bonita. Mi hermana me preguntó, ¿es nueva? Y Ángela que nos estaba viendo no perdió la ocasión para presentarse con un desparpajo especial contestando: ¡que va, llevo un año ya! Trabajo con complementos hechos a mano con cariño y un toque distinto.

Hablamos un rato con ella y continuamos nuestro camino, pero al volver a pasar por allí, ya teníamos claro que Biznaga era un sitio en el que Pepitas de Oro estaría como en casa. Sólo faltaba que Ángela pensara igual y así fue.

Compartimos el amor por las cosas hechas a mano, por la originalidad en los diseños de complementos y le gusta arriesgar por lo diferente colaborando con nuevas marcas españolas.

Esa misma tarde fuimos a verla de nuevo, pero esta vez llevábamos nuestra maletita llena de cordones para gafas. Le gustó nuestro trabajo, colección a colección nuestra marca se iba haciendo un huequito entre bolsos hechos a mano y joyas de cerámica.

Fue un descubrimiento inesperado que no se habría producido si hubiésemos ido por otro camino. Nuestro cuento de Navidad personalizado, en el que tres chicas que no se conocían se encuentran por azar y surge un vínculo. Pero no es simplemente trabajo, es mucho más. Ella un día decidió soñar con su pequeño espacio de diseño y color, igual que nosotras. Y hoy es una tienda donde poder encontrar el regalo ideal para sorprender. O para darse un capricho merecido.

Ese es el espíritu de la Navidad en Pepitas de Oro. Soñar está bien, pero es mejor hacer lo que Ángela, vivir el sueño, aunque a veces sea abrumador. Y nosotras estamos en ello.

¡Feliz Navidad!